Antenas colectivas

Un tercio de las antenas colectivas de Bizkaia presenta riesgo de desprendimiento.

El 40% de las comunidades prescinden del contrato de mantenimiento de sus instalaciones y se limitan a avisar en casos de averia.

A los Bomberos nos ahorrarían un peligro con una mínima prevención.

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Los bomberos retirando una antena. Foto:Luis Calabor

 Los Bomberos han asumido con profesionalidad su obligación de retirar las antenas derribadas por el viento para salvaguardar la integridad de las personas, aunque no estén muy de acuerdo con el papel que les han «impuesto» los propios ciudadanos.«Para nosotros, supone un peligro hasta cierto punto innecesario porque se trata de una labor que se evitaría con una mínima prevención, con una conservación por parte de las comunidades de vecinos», critica un miembro del cuerpo asignado al parque foral de Artaza.
Son profesionales acostumbrados a lidiar con el fuego para salvar una vida o capaces de descender a los lugares más recónditos o peligrosos en busca de un enfermo o un herido. Entonces, no muestran el más mínimo asomo de duda en la importancia de su cometido. Pero sí que afrontan con cierto fastidio una salida para quitar un receptor de la señal
de televisión de un tejado. «Siempre que tenemos uno de estos avisos es porque hace un viento terrible que dificulta sobremanera nuestros movimientos a grandes alturas», puntualizan.
Un bombero municipal de Bilbao explica que, además, en multitud de ocasiones se ven obligados a recurrir a la escala, «cuando se desaconseja utilizar esta instalación con vientos superiores a 40 kilómetros por hora».
Según resalta, la prioridad de evitar posibles heridos si esa antena se precipita a la vía pública les lleva a asumir el riesgo y subir igualmente. «Lo triste de todo es que ese mismo trabajo cualquier otro día sería apenas un trámite, pero con ráfagas de más de 100 kilómetros se convierte en algo realmente complicado, un peligro añadido», advierten.
Tejados modernos
La complejidad, en ese sentido, se multiplica cuando la actuación tiene que realizarse en edificios antiguos con tejados a varias aguas pero, sobre todo, «superficies muy inclinadas».
De ahí que agradezcan las llamadas procedentes de inmuebles de nueva construcción, «con cubiertas más planas por las que es más fácil desplazarse».
En cualquier caso, ninguno confía en que la situación mejore, por lo menos, a medio plazo.
«Aunque es verdad que en los últimos vendavales no hemos apreciado un incremento especialmente significativo, tampoco podemos olvidar que desde hace al menos un década el número de intervenciones no ha parado de crecer».

 

elcorreo.com